Dear Sisters and Partners-in-Mission
We come into this Easter season having lived the mystery of death and resurrection. During this past week the liturgies and the readings from the Bible have talked about the real humanity of Jesus: He was betrayed by His closest friends, abandoned by them, and when He asked them to accompany Him, they turned Him down, they were unfaithful and denied Him. One minute they said they would die for Him, the next they said they did not know Him. He was accused of crimes before civil authorities, put to the test before them because he was telling a radical story of love. Yet, He never tried to get vengeance nor even defend Himself.
This is our God, a God incarnated in the flesh, and I know all of us suffer some of the same trials. We have people who abandon us when we feel like we need them, those who bully us and we feel persecuted, and most times we don’t understand why that happens. So what is our response? Our response is to do what Jesus did. To be able to forgive and to surrender ourselves to the Father’s will. Easter Sunday transformed human history. All our suffering now has meaning and purpose, and our lives in turn are transformed. Many of us, especially in these past couple of years, have experienced death more closely that we did before given the Covid-19 pandemic, conflict, and unrest globally. This can leave us feeling overwhelmed and helpless. However, we can take heart that God’s love, mercy, and presence is in the midst of challenges, and being bearers of His love, mercy, and presence is what we are called to.
We are all well aware of the atrocity happening against Ukraine that much of the world has its attention on. There are also ongoing “hidden” wars and human displacement all over the world. The Holy Father often talks about “throw away people”, those who are at the margins that no-ones pays attention to. We too have countries that are “throw away countries”, many of us may not even know where they are on the map. Let us remember the situations in Venezuela, Burundi, Myanmar, Syria, Nicaragua, South Sudan, Yemen, Democratic Republic of Congo, Afghanistan, and others. The number of immigrants, refugees, asylum seekers, and internally displaced people has only increased over the past years. In a short period of the past six to eight weeks, more than 4.5 million people have fled Ukraine, and a further 6.5 million people have been left internally displaced.
So what do we do about it? We love, we love, we love, we love. We try to bring Christ into and through every dimension of our lives. We are called to bring this transformative love that Jesus brought through His example of His life, and His mercy, demonstrated through His last acts being ones of forgiveness. On this Easter Sunday, let us be filled with His joy, and understand that God wants us to live this resurrection, and that He gives us His grace, power, and presence continually to be able to be people, and nations, who love. That is what our call is, to proclaim the good news of Jesus Christ to the world.
I would like everyone to be aware that we are entering a very important time in our history as Missionary Sisters of the Sacred Heart. We will be having our General Chapter two months from now. It is a special moment of unity and communion, where we discern what God is asking of us for the next few years. Please join in prayer, asking that we, the Missionary Sisters, can be faithful daughters of this Heart of Christ that we proclaim to be.
A very happy and blessed Easter to you all.
With love,
Sr. Barbara Staley, MSC
General Superior
Queridas Hermanas y Laicos corresponsables en la misión,
Llegamos a este tiempo de Pascua tras haber vivido el misterio de la muerte y la resurrección. Durante esta última semana las liturgias y las lecturas de la Biblia han tratado sobre la humanidad real de Jesús: Él fue traicionado por sus amigos más cercanos, abandonado por ellos, y cuando les pidió que lo acompañaran, lo rechazaron, fueron infieles y lo negaron. En un momento dijeron que morirían por Él, y al siguiente dijeron que no lo conocían. Lo acusaron de delitos ante las autoridades civiles, lo pusieron a prueba ante ellas porque estaba contando una historia radical de amor. Sin embargo, Él nunca intentó vengarse, ni siquiera defenderse.
Este es nuestro Dios, un Dios que se hizo carne, y yo sé que todos nosotros sufrimos algunas de las mismas pruebas. Tenemos personas que nos abandonan cuando sentimos que las necesitamos, aquellos que nos intimidan y nos sentimos perseguidos, y la mayoría de las veces no entendemos por qué sucede eso. Entonces, ¿cuál es nuestra respuesta? Nuestra respuesta es hacer lo que hizo Jesús. Ser capaces de perdonar y entregarnos a la voluntad del Padre. El Domingo de Resurrección transformó la historia de la humanidad. Todo nuestro sufrimiento tiene ahora un sentido y un propósito, y nuestras vidas, a su vez, se transforman. Muchos de nosotros, especialmente en estos dos últimos años, hemos experimentado la muerte más de cerca que antes, debido a la pandemia de Covid-19, los conflictos y la inquietud a nivel mundial. Esto puede hacer que nos sintamos agobiados e impotentes. Sin embargo, podemos animarnos a pensar que el amor, la misericordia y la presencia de Dios están en medio de los desafíos, y que estamos llamados a ser portadores de su amor, misericordia y presencia.
Todos somos conscientes de la atrocidad que está ocurriendo contra Ucrania y sobre la que gran parte del mundo tiene puesta su atención. También hay guerras “ocultas” en curso y desplazamientos humanos en todo el mundo. El Santo Padre habla a menudo de los “desechados”, los que están en los márgenes y a los que nadie presta atención. También nosotros tenemos países que son “países de descarte”, muchos de los cuales ni siquiera sabemos dónde están en el mapa. Recordemos las situaciones de Venezuela, Burundi, Myanmar, Siria, Nicaragua, Sudán del Sur, Yemen, República Democrática del Congo, Afganistán y otros. El número de inmigrantes, refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos no ha hecho más que aumentar en los últimos años. En un breve período de las últimas seis a ocho semanas, más de 4,5 millones de personas han huido de Ucrania, y otros 6,5 millones han quedado desplazados internamente.
¿Y qué hacemos al respecto? Amamos, amamos, amamos, amamos. Tratamos de llevar a Cristo dentro y a través de cada dimensión de nuestras vidas. Estamos llamados a llevar este amor transformador que Jesús trajo con su ejemplo de vida, y su misericordia, manifestada en sus últimos actos de perdón. En este Domingo de Pascua, llenémonos de Su alegría, y entendamos que Dios quiere que vivamos esta resurrección, y que Él nos concede Su gracia, poder y presencia continuamente para poder ser personas, y naciones, que aman. Ese es nuestro llamado, proclamar la buena nueva de Jesucristo al mundo.
Quisiera que todos fueran conscientes de que estamos entrando en un momento muy importante de nuestra historia como Hermanas Misioneras. Dentro de dos meses tendremos nuestro Capítulo General. Es un momento especial de unidad y comunión, donde discernimos lo que Dios nos pide para los próximos años. Por favor, únanse a la oración con nosotras, pidiendo que nosotras, las Hermanas Misioneras, podamos ser hijas fieles de este Corazón de Cristo como proclamamos ser.
Feliz y bendecida Pascua a todos.
Con cariño,
Hna. Bárbara Staley, MSC
Superiora General
Care Sorelle e Partner nella missione
Entriamo in questo periodo pasquale avendo vissuto il mistero della morte e della risurrezione. Durante quest’ultima settimana le liturgie e le letture dalla Bibbia hanno parlato della reale umanità di Gesù: Egli è stato tradito dai suoi amici più stretti, abbandonato da loro, e quando Lui ha chiesto loro di accompagnarlo, lo hanno rifiutato, sono stati infedeli e lo hanno rinnegato. Un attimo prima dicevano che sarebbero morti per Lui, e subito dopo dissero di non conoscerlo. È stato accusato di crimini davanti alle autorità civili, messo alla prova davanti a loro perché parlava di una radicale storia d’amore. Eppure, non ha mai cercato di vendicarsi e nemmeno di difendersi.
Questo è il nostro Dio, un Dio incarnato nella carne, ed io so che tutti noi soffriamo alcune delle stesse prove. Abbiamo persone che ci abbandonano quando sentiamo di averne bisogno, quelli che ci maltrattano e ci sentiamo perseguitati, e la maggior parte delle volte non capiamo perché ciò accade. Così qual è la nostra risposta? La nostra risposta è fare quello che ha fatto Gesù. Essere capaci di perdonare e di abbandonarci alla volontà del Padre. La domenica di Pasqua ha trasformato la storia dell’umanità. Tutta la nostra sofferenza ora ha un significato e uno scopo, e le nostre vite a loro volta sono trasformate. Molti di noi, specialmente in questi ultimi due anni, hanno sperimentato la morte più da vicino di quanto facessimo prima, data la pandemia del Covid-19, del conflitto e dell’inquietudine a livello globale. Questo può farci sentire oppressi e impotenti. Tuttavia, possiamo rincuorarci del fatto che l’amore, la misericordia e la presenza di Dio sono in mezzo alle sfide, ed essere portatori del Suo amore, della Sua misericordia e della Sua presenza è ciò a cui siamo chiamati.
Siamo tutti ben consapevoli dell’atrocità che sta accadendo contro l’Ucraina su cui gran parte del mondo ha la sua attenzione. Ci sono anche guerre “nascoste” in corso e spostamenti umani in tutto il mondo. Il Santo Padre parla spesso degli “scartati”, coloro che sono ai margini a cui nessuno presta attenzione. Anche noi abbiamo paesi che sono “paesi da gettare”, probabilmente molti di noi non sanno nemmeno dove si trovino sulla mappa. Ricordiamo le situazioni in Venezuela, Burundi, Myanmar, Siria, Nicaragua, Sud Sudan, Yemen, Repubblica Democratica del Congo, Afghanistan e altri. Il numero di immigrati, rifugiati, richiedenti asilo e sfollati interni è semplicemente aumentato negli ultimi anni. In un breve periodo delle ultime sei-otto settimane, più di 4,5 milioni di persone sono fuggite dall’Ucraina, e altri 6,5 milioni di persone sono rimaste sfollate internamente.
Quindi cosa facciamo? Amiamo, amiamo, amiamo, amiamo. Cerchiamo di portare Cristo all’interno e attraverso ogni dimensione delle nostre vite. Siamo chiamati a trasmettere questo amore trasformativo che Gesù ha portato attraverso il Suo esempio di vita, e la Sua misericordia, dimostrata attraverso i Suoi ultimi atti di perdono. In questa domenica di Pasqua, lasciamoci riempire dalla Sua gioia, e capiamo che Dio vuole che viviamo questa resurrezione, e che ci dà la Sua grazia, il Suo potere e la Sua presenza continuamente per essere in grado di essere persone, e nazioni, che amano. Questa è la nostra chiamata, proclamare la buona notizia di Gesù Cristo al mondo.
Vorrei che tutti fossero consapevoli che stiamo entrando in un momento molto importante della nostra storia come Sorelle Missionarie. Tra due mesi ci sarà il nostro Capitolo Generale. È un momento speciale di unità e comunione, in cui discerniamo ciò che Dio ci chiede per i prossimi anni. Vi prego di unirvi a noi nella preghiera, chiedendo che noi, le Sorelle Missionarie, possiamo essere figlie fedeli di questo Cuore di Cristo che proclamiamo di essere.
Una Pasqua molto felice e benedetta a tutti voi.
Con amore,
Sr. Barbara Staley
Superiore Generale
Queridas Irmãs e Parceiras/os em Missão
Após vivermos o mistério da Morte e Ressurreição, iniciamos o tempo Pascal.
Durante esta última semana, as liturgias e as leituras Bíblicas falam sobre a real humanidade de Jesus. Ele foi traído e abandonado por seus amigos mais próximos. Pediu que o acompanhassem, recusaram, não foram fiéis, negaram-no, num minuto diziam que iam morrer com Ele e no minuto seguinte diziam que nem O conheciam. Ele foi acusado de crimes perante as autoridades civis, posto à prova diante delas porque estava vivendo uma história radical de amor. No entanto, Ele nunca tentou se vingar nem mesmo se defender.
Este é o nosso Deus, um Deus encarnado, e eu sei que todos nós sofremos algumas das mesmas provações. Temos pessoas que nos abandonam quando sentimos que mais precisamos delas, aquelas que nos intimidam e nos sentimos perseguidos, e na maioria das vezes não entendemos por que isso acontece. Então, qual é a nossa resposta? Nossa resposta é fazer o que Jesus fez. Ser capaz de perdoar e entregar-se à vontade do Pai. O Domingo de Páscoa transformou a história humana. Todo o nosso sofrimento agora tem significado e propósito, e nossas vidas, por sua vez, são transformadas. Muitos de nós, especialmente nos últimos dois anos, experimentamos a morte mais de perto, devido à pandemia do Covid-19, conflitos e guerras em todo o mundo. Isso pode nos fazer sentir impotentes, sem ação. No entanto, temos certeza de que o amor, a misericórdia e a presença de Deus estão em meio aos desafios e essa é a misericórdia e a presença a que somos chamados a sermos portadores.
Estamos todos cientes da atrocidade que está acontecendo contra a Ucrânia à qual grande parte do mundo tem sua atenção. Há também guerras “ocultas” em andamento e deslocamento humano em todo o mundo. O Santo Padre fala muitas vezes dos “descartados”, aqueles que estão à margem a quem ninguém presta atenção. Nós também temos países que são “descartáveis”, muitos de nós podem nem saber onde eles se localizam no mapa. Recordemos as situações na Venezuela, Burundi, Mianmar, Síria, Nicarágua, Sudão do Sul, Iêmen, República Democrática do Congo, Afeganistão e outros. O número de imigrantes, refugiados, requerentes de asilo e deslocados internos só aumentou nos últimos anos. Em um curto período das últimas seis a oito semanas, mais de 4,5 milhões de pessoas fugiram da Ucrânia e mais 6,5 milhões de pessoas permanecem deslocadas internamente.
Então o que fazemos sobre isso? Amamos, amamos, amamos, amamos. Tentamos levar Cristo através de todas as dimensões de nossas vidas. Somos chamados a levar esse amor transformador que Jesus trouxe através de Seu exemplo de vida, de Sua misericórdia, demonstrada através de Seus últimos atos de perdão. Neste domingo de Páscoa, deixemo-nos plenificar de Sua alegria e compreender que Deus quer que vivamos esta ressurreição, e que Ele nos concede Sua graça, poder e presença continuamente para sermos pessoas e nações que amam. Esse é o nosso chamado, proclamar a Boa Nova de Jesus Cristo ao mundo.
Gostaria de recordar a todos que estamos entrando em um momento muito importante de nossa história como Irmãs Missionárias. Teremos nosso Capítulo Geral daqui a dois meses. É um momento especial de unidade e comunhão, onde discernimos o que Deus nos pede para os próximos anos. Por gentileza, junte-se a nós em oração, pedindo que nós, Irmãs Missionárias, sejamos fiéis seguidoras deste Coração de Cristo que proclamamos e anunciamos.
Uma feliz e abençoada Páscoa a todas e todos!
Com amor,
Ir. Barbara Staley, MSC
Superiora Geral